La serie Vocales (1979-1981) de Campano toma como punto de partida el celebrado soneto de Arthur Rimbaud Voyelles (1871), el famoso poeta simbolista que establece una sinestesia entre las vocales, los colores y las partes sexuales del cuerpo femenino, definiendo un espectro de registros emocionales en el nivel del lenguaje determinado por las interpenetraciones de las asonancias de los sonidos de las vocales y los nombres de los colores, con el propósito de sugerir una experiencia sensual, táctil. […] Al menos en lo que respecta al color y al sonido, la serie de Campano seguía las correspondencias de Rimbaud, A: Negro (sexo); E: Blanco (pechos); I: Rojo (labios); O: Azul y U: Verde (pelo); lo cual explica sus títulos […]. Es importante observar que la poesía de Rimbaud fue un hito para Miró y los demás surrealistas y que tales modos poéticos de pintar estaban tras el pensamiento de los expresionistas abstractos, especialmente Motherwell, que guardaba una fotografía de Baudelaire en su estudio. Casi como homenaje al pensamiento de Rimbaud, Miró pintó en 1967 La canción de las vocales (MOMA, Nueva York) como evocación de la música y el color.
WILLIAM JEFFETT: “Miguel Ángel Campano: Hacia una poética del silencio”, Rojo de cadmio nunca muere. Guerrero-Campano. Diputación de Granada, 2002, págs. 104-106 (catálogo)
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