¿Qué chiquilla traviesa se atreve a pintar las fotos, si los mayores tienen dicho y redicho que en las fotos no se pinta?, ¿quién ha vertido aguadas de colores sobre la fría plata de la realidad? El niño, nos dice Handke, no sabe que es niño y sentado en cuclillas carece de opinión sobre las cosas. “…el pie del niño – nos ha dicho Neruda – aún no sabe que es pie / y quiere ser mariposa o manzana. “O granada, como la que sostiene en su mano izquierda esa Virgen en cuyo regazo se acoge un pequeño, observando absorto el terso fruto. […] El niño la está mirando, observa abismado la granada. ¿Es el fruto prohibido de Perséfone, el semblante de la culpa?, ¿es la fecundidad, que el pequeño reconoce en la mano de su madre? Bajo la diminuta corona del fruto, bajo su piel turgente y protectora, innúmeros rubíes tensos y apretados se apiñan ocultos en el seno de una aparente entereza. Esperan el momento en que su hermosura se vierta por la herida, pues tanto tesoro encerrado se pudriría. Es cosa del tiempo. Por eso, mientras tanto, en otro lugar, que puede ser el mismo, otra niña de cabellos dorados, con un camisón de hiño resbalando por su hombro, mira ensimismada no se sabe qué, bajo la tenue iluminación de una vela que modela su acerado rostro. No necesita una granada de rubíes ocultos preñada, ni ramajes desnudos que apunten al cielo para verse a sí misma, plena de potencia […] Todo es posible desde esa mirada inocente, en el seno de esa recobrada infancia. Consumirse la vela lentamente, ir pasando mil cosas entretanto, ir quedándose otras tantas encendidas para siempre. Germinar las semillas, volver el verde a poblar la vieja fronda, abrirse la granada y teñir su corte una mejilla […] Mil vueltas daremos en la espiral florida de la vida y, yendo hacia delante, iremos sin movernos hacia atrás, y el tiempo, ése que otra vez nos hizo adultos, aquél que tantas flores cortó primaverales, perderá por fin su vieja fuerza. Del sol, como ayer, como siempre, refulge el enorme resplandor, y la vida comienza de nuevo cada instante. Por eso, no es casual, ni accidental, ni aleatorio, que Ouka Leele signifique y diga y quiera decir, en un lenguaje que algunos saben escuchar”, que des muy bien la vuelta al círculo”.
JOSÉ SABORIT: “Dándole vueltas al círculo”, Dones en l´Andana. Geles Mit & Ouka Lele, Generalitat Valenciana, 1999, págs. 59-63 (catálogo)
leer menos