Alonso de Mena va a vivir en una época en que (…) se habían comenzado a apagar las alegres luminarias y exhibiciones del Renacimiento (…)
Alonso de Mena va a humanizar la mayoría de los personajes, de los tipos iconográficos (…) En madera labra principalmente el “pino y el ciprés” con un instinto a veces arcaizante (…) En esas obras pequeñas (…) trabajadas directamente por él en las que no intervendrían ayudantes, es precisamente donde se marcan más fijas sus notas personales, tratándolas como obras en las que uno se recrea, y completándole su detallismo, la policromía, que encargaba a Raxis, que tanto debió influir en él, como lo vemos en ese gusto por representar a sus figuras vestidas a la usanza de la época, con detalle y con soluciones tomadas directamente del natural (…) Trajes y armaduras se pasan a la talla con fidelidad absoluta, realismo que la policromía aumentaría al estofarlas con verdadera técnica de repujado, empleando el punteado inciso sobre el aparejo (…) Todas estas características fuerzan una policromía que sigue siendo en Mena, labor de iluminación, pero en la que ya tiene, igual que vimos en algunas obras de Rojas, verdaderos asomos, la ecuación esencialmente unida de escultura-color.
DOMINGO SÁNCHEZ-MESA MARTÍN: Técnica de la escultura policromada granadina, Universidad de Granada, 1971, págs. 109-113
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