Dentro del marco oficial de la Corte, en la escuela de Madrid, y al par de las vicisitudes evolutivas de los demás géneros, se desgrana ininterrumpidamente, y como una actividad poco menos que obligatoria para los pintores, el retrato, género cortesano por excelencia (…) El retrato constituía la salida más lógica y productiva para la nueva situación social del pintor, ya que la burguesía iba progresivamente emulando las actividades y costumbres de la nobleza (…)
Ha sido y es el retrato uno de los principales géneros pictóricos a partir del humanismo renacentista, y es en el XIX, con la eclosión del individualismo, y la exaltación del sentimiento, cuando cobra un nuevo impulso, y se hará incesante la producción de retratos, que decorarán los salones de las clases altas (…) Es el retrato español del XIX (…) un paisaje o crónica completísimos del panorama artístico, político, intelectual y social de la época (…) la personalidad del modelo es lo que prima con toda evidencia (desde la obra Una lectura de Zorrilla en el estudio de Esquivel). Ya no se trata de situar al modelo en su entorno, sino de utilizar los rasgos individuales para definir al tipo de sujeto de la modernidad (…) Es la nueva exaltación de la individualidad mediante el libre juego de los pigmentos, barnices, aceites y pinceles del artista (…) Con los Madrazo y la generación romántica, el retrato español resurge de las cenizas barrocas (…) ya no nos llama la atención la apabullante acumulación de joyas y galas representativas de un estamento social, sino su mirada, su expresión, que se constituye en centro óptico de la composición, y a la que todo está subordinado (…) todo aparece supeditado a la humana naturalidad que trasciende en cada retrato.
EVA MARÍA VICENTE GALÁN: Pintores del romanticismo andaluz, Granada, Universidad de Granada, 1994, págs. 63-66
Este lienzo pintado por Manuel Obrén es un retrato póstumo de Manuel Rodríguez Bolívar (1837-1879), encargado al autor por la Diputación de Granada para decorar el Salón de Plenos del Palacio de Bibataubín, antigua sede de la Institución. En su juventud poeta y músico, Rodríguez Bolívar fue un notable abogado y Presidente de la Diputación granadina. Amigo desde la infancia del pintor y arqueólogo Manuel Gómez-Moreno González, al que empujó a aceptar la pensión artística en Roma sufragada por la institución provincial.
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