En Granada, durante las últimas décadas del siglo pasado [siglo XIX], la cultura de la ciudad resurge lentamente de un profundo letargo en el que ha estado sumida durante mucho tiempo.
Por entonces las características generales de toda la cultura artística en el plano nacional eran fundamentalmente aquellas derivadas de la tradición académica, impregnadas de un fuerte conservadurismo y dentro de la corriente historicista que se había desarrollado por toda Europa durante décadas (…) después del año 1890 empezamos ya a detectar ciertos cambios en el panorama de la pintura nacional, cambios que la van a dirigir hacia el realismo, que provenía de Francia y que en España iba a derivar hacia su vertiente más sensiblera y sobre todo hacia lo que aquí iba a constituir todo un auténtico género nacional: el costumbrismo. Esto es, una visión dulcificada de la realidad más cotidiana y trivial, la descripción risueña, prosaica y sin sobresaltos de un mundo sencillo y en equilibrio aparente. La contemplación por tanto de la vida que había impuesto la mirada de los viajeros y los pintores románticos.
Granada también comienza a despertar en este amanecer cultural y estético y a vivir durante los siguientes años, aquellos que se corresponden con todo el resurgimiento nacional que trajo la Restauración, una época de interés cada vez más acentuado por todos los fenómenos artísticos que vinieron de la mano de un cada vez más notable desarrollo económico.
MIGUEL ÁNGEL REVILLA UCEDA: “Siglo XIX”, Granada, un siglo de pintura (1892-1992), Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Granada, 1992 (catálogo)
La obra Napolitana con su hijo fue realizada por Manuel Ruiz Guerrero en Roma en 1886 como envío de la prórroga de la segunda pensión concedida por la Diputación de Granada en 1884, pasando a formar parte del patrimonio artístico provincial.
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