Amante, insisto, de la suntuosa sensualidad del color y la pincelada, Julio Juste ha practicado y practica en sus lienzos el despliegue de un cromatismo rico y matizado, asistido por una factura extraordinariamente fresca, netamente pictórica – factura valiente, que hubieran dicho en el sigloXIX – que da vida perdurable a los siempre ágiles movimientos de los pinceles empapados enpintura muy diluida. En sus trabajos sobre cartón o papel, que suponen un capítulo nada desdeñable de su producción, este modo de operar se ha visto y continúa viéndose complementado por la intervención con tizas, ceras y lápices, así como – más recientemente,sobre todo – por un mayor o menor recurso al collage, procedimiento cuyo empleo combinado otorga una grata y característica amenidad a las superficies en que se desarrollan. Dado, por otraparte, que acabo de aproximar mis comentarios a la obra última de Julio Juste en cuanto a sus aspectos técnicos concierne, encuentre pertinente la referencia, siquiera sea muy de pasada, a los motivos más habituales en ella – lo que no quiere decir que sean los únicos ni, desde luego, que el artista se haya fijado cualquier tipo de limitación temática -. De un lado, es observable un claro interés por concretar determinado tipismo, fundamentado en el uso de una serie de imágenes típicamente españolas que, pese a constituir un filón iconográfico en apariencia agotado, resultantan satisfactorias como las que más, tras verse involucradas en un proyecto plástico eminentemente contemporáneo.
Atendiendo a su idoneidad respecto a un tratamiento u otro, tales imágenes pasan a poblar lienzos de gran formato y vistosidad extrema o, por el contrario, papeles o cartones en los que, si se mepermite el término, el pintor hace gala de un cierto preciosismo, destacando sus collages a base de etiquetas impresas que suponen un personal homenaje tanto a la herencia cubista cuanto a la tradición pop.
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