La flagelación de Cristo atado a la columna es el único tema que junto a la escena narrativa se presenta la imagen aislada de Cristo sin personajes, por su tardía aparición a finales del siglo XV como expresión del sufrimiento de Cristo en la cárcel y síntesis de la Pasión; de esta forma se intenta no distraer al fiel con otros elementos representativos para hacer que se centre en la meditación en torno al amor de Dios en Cristo. Con todo, el Renacimiento manifiesta un dolor contenido y sereno, sin teatralidad (…)
En el Barroco granadino se asimila al Eccehomo por su significación simbólica, y en parte también por su parecido esquema compositivo, es el Cristo de la Paciencia y Humildad (…) Con gesto de profunda tristeza, sin apenas poder abrir los ojos, la cabeza coronada de espinas, con los pies y las manos atadas (…) Las representaciones de la flagelación ocupan un destacado lugar; en ésta, como en otras imágenes de la Pasión, se manifiesta patente la vuelta al espíritu patético y dramático de finales de la Edad Media, dando un salto considerable por encima del Renacimiento idealista e idealizante (…) La Andalucía contrarreformista – y particularmente Granada – lo tomará entre sus temas predilectos, en parte por el parentesco de significación alegórica con el Eccehomo y sus variantes simbólico-temáticas.
En la actualidad son varios los estudios iconológicos que ven en este tema el resumen de todos los padecimientos de Cristo y la figura emblemática de los sufrimientos posteriores de la Iglesia (…) Pocas son las pinturas barrocas granadinas que sitúan la escena en la cárcel con varios personajes y ninguna las esculturas (…) La amplia mayoría de la imagen aislada, tanto en escultura como en pintura, responde mejor al concepto barroco devocional, que pretende conmover los sentimientos religiosos del fiel que la contempla, evitando distraer su atención en aspectos y personajes secundarios, para que sean sólo los sufrimientos de Cristo el objeto de su meditación (…) La devoción a este tema de la Pasión en la religiosidad popular granadina es una constante desde el XVI (…) La bella escultura del Cristo del Perdón de Pablo de Rojas es buena muestra de la perfección artística que consiguió la imaginería granadina efigiando este tema (…)
FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ MEDINA: Cultura religiosa en la Granada renacentista y barroca: estudio iconológico, Universidad de Granada, 1989, págs. 241-291
Pablo de Rojas consiguió desligar a la escultura del ambiente retablístico y ennoblecer estéticamente la imagen procesional, anteriormente considerada de una categoría menor. Concibió las representaciones religiosas exentas, libres, les confirió humanidad, expresión y emoción, acercándolas y conmoviendo al fiel que las contemplaba, lo que dio lugar a nuevos arquetipos iconográficos que aún subsisten en Andalucía, y a una escuela escultórica que colmó las necesidades culturales de la iglesia granadina postridentina. En esta obra Rojas ha representado a un Cristo naturalista, de un clasicismo heroico, con hermoso rostro de facciones idealizadas, sobrio, elegante, de serena y contenida mirada, con un tratamiento muy analítico, robusto y reposado de la musculatura, con carnaciones de tonalidad verdosa y no demasiado brillantes, sin apenas manifestaciones de sangre. No obstante, a través de la amplitud, aplomo y claroscuro de los paños el artista nos descubre una aproximación casi involuntaria al barroco. Cuando la Dirección de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía restauró esta escultura en 1996 estaba repolicromada, descubriendo la policromía original, realizada, casi con seguridad, por Pedro de Raxis, sobrino y colaborador habitual de Pablo de Rojas. Considerado “el padre de la estofa” por su perfilada técnica y alta calidad artística, logró una conciliación integral de la policromía a los valores de la talla, lo que llegó a convertirse en uno de los aspectos más característicos de la escuela granadina hasta la llegada de Alonso Cano, en el que pintura y talla se aglutina en el mismo artista.
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